martes, 11 de agosto de 2009

Quién es el hijo del zar?




Estamos de acuerdo con la teoría que dice que cuando las letras se develan, pierden un poco de magia, porque la certeza nos aburre, en cambio la duda nos atrapa.
Pero también creemos que a veces está bueno saber un poco más del origen de algunas, y estos datos a veces las realzan, le dan más valor a palabras que no fueron puestas porque sí.
Vamos a contar la breve historia de El hijo del Zar, primer tema de nuestro EP “Atravesando”.
El hijo del zar es Alejo Romanov, el hijo de Nicolás II, último zar de Rusia.
La historia es simple: Alejo tenía hemofilia, una enfermedad que consiste en la dificultad de la sangre para coagularse adecuadamente, la cual produce graves hemorragias. El tema es que Alejo era el único hijo de varón de los Romanov, y esto representaba un problema a la hora de pensar en el futuro de la dinastía. En ese contexto aparece Rasputín, uno de los personajes más extraños de la Historia. Hijo de campesinos siberianos, ingresó a la Iglesia y se hizo monje y “sanador”, aunque pasaba la mayor parte del tiempo escabiando y acóstandose con cuanta rusa pasaba a su lado. Un día los destinos de Rasputín y los Romanov se cruzaron, y Rasputín, mediante hipnosis, logró sanar a Alejo, aliviando su sufrimiento. Esto lo convirtió en el favorito de la zarina, y así el llamado monje loco acumuló cada vez más poder, gracias a su atrayente personalidad y su perverso poder de manipulación.
Pero las cosas se complicaban cada vez más para este gobierno deteriorado e impopular, con un Nicolás II como una especie de De la Rúa, lento, tibio e inútil. Con la Primera Guerra Mundial, y a pesar de los vaticinios de Rasputín, Rusia se lanzó con todo al ataque y los resultados fueron desastrosos.
Poco después, un grupo de nobles conservadores, convencidos de su satánica influencia, asesinaron a Rasputín. Se dice que hicieron múltiples intentos frustrados, lo envenenaron, y el tipo nada, le dispararon, y el tipo, herido, no se moría. Finalmente, desesperados, lo arrojaron al heladísimo Río Neva.
A los pocos meses, los bolcheviques tomaron el Palacio y ocuparon el poder, la famosa revolución rusa de octubre de 1917.
La familia Romanov se exilió en Siberia, pero poco después fueron apresados y ejecutados por los bolcheviques. Así el pequeño Alejo, hijo del zar y enfermo de hemofilia, alivió sus dolores, y también, quizá sin saberlo, se liberó de la pesada frustración familiar por no poder heredar un poder que de cualquier forma ya estaba perdido.

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