martes, 8 de junio de 2010

Volvió Jean Marc





Para nuestra sorpresa y también alegría, volvió a llegar a nuestra casilla un mail de Jean Marc Bisogne, periodista francés de paso por Bs As que en algún momento hizo una crónica de un show nuestro. Parece que Jean Marc estuvo el sábado pasado en el Matienzo, esta crónica lo testifica (también nos alegra comprobar su notable mejoría en el castellano) Marc, si lees esto, la próxima vez que vengas saludanos y te invitamos una birra, no seas tímido.



Un sandwich caprese con poca albahaca.

La oscuridad me da calor. El apagón calienta las venas, viste, porque con tres velas armás un living estés donde estés, tu casa, el lobby del hotel o el Club Matienzo. Lo que no se ve se imagina y te da picazón, Imperio se dio cuenta y se sentó al calor de las proyecciones que quemaban la tela de fondo y las de sus propias camisas, con una guitarra, unos tambores, un bajo y un violín. Ver, vi a Imperio una
vez y no era este. Me pareció otra banda. Me pareció que esta siempre tocó así, sentados y con un piano abierto todo el tiempo ahí a un costado, ausente como su tecladista.
En Argentina tienen el concepto de canciones de fogón, yo no sé si lo que vi fue eso, más bien el sábado le vi los huesos a Imperio. Tocó desenchufado y anduvo desnudo mostrando lo que no siempre quieren mostrar las canciones, sus verdades y mentiras bien ensayadas. De todas esas, unas siete/ocho composiciones, la que mejor funcionó sin cables (y sin cuerda, ya veremos) fue Caparazón, para mi la Kashmir maltesa, porque ese riff le queda mejor al violín "muchachos" que a la guitarra y los juegos de silencios son más intensos cuando ya todo está mitad en silencio porque el oído está más sensible a las sutilezas. Por eso algunas impurezas en el sonido han sido imperdonables, pero eso es problema del sonidista y no tengo su
nombre.
Importante, toda banda necesita dos cosas fundamentales si pretende llegar a algún lado: fans y momentos de antología. Bono lo llamaba a Bush desde el escenario del ZooTv Tour en los 90, bueno Sacro lo llamó a Ezequiel. Y tampoco lo atendió. Y otra cosa, todo show acústico debe tener un stop rutilante. Lo tiene el de Clapton, el de Mc Cartney, todos. Lo tuvo el de Imperio, el show se frena en seco, ¿es verdad lo
que veo? ¿está hablando por teléfono? Sí, como un hijo al que acaban de asaltar y quedó desnudo en la calle o una chica a la que acaba de reventársele un neumático Sacro llama por su móvil a un tal Ezequiel pidiendo un delivery de cuerdas porque cortó una. Pero como no le responden sigue con lo que le queda y el show como si nada y estrenan tema nuevo, Asesina, cantada con un puñal en el estómago, contenida
como su bajista y liberada con una progresión de acordes pergreñada entre los dos y que podría haber empezado o terminado en cualquiera de ellos. Y eso que con cinco cuerdas eran casi dos bajistas.

Todo se termina bastante rápido, como el pequeño sandwich que me sirven en el lugar, pero está bien, hay que arreglarle la guitarra a Mompox. Y yo me pregunto qué me liga a los Maltés para cruzármelos tanto, y por qué quiero que toquen más, y para ninguna de las dos cosas tengo una respuesta. Será eso.