lunes, 1 de marzo de 2010

Las columnas de Ivan Dessau




Hoy no vamos a hablar de nosotros sino de Ivan Dessau, amigo de la casa que colabora con algunos textos en el afamado blog del Pela, amodescubrircanciones.blogspot.com
Aqui va el texto, pueden verlo entero aqui y de paso, descubrir la calidad y la data altamente recomendable que aporta este blog y que tiene a los malteses como fieles seguidores.

Teoría del mártir

Qué sponsor la muerte, dijo alguien por ahí con gran sabiduría. Y es cierto, la muerte embellece, agranda, enaltece…empecemos por el ejemplo mediático, matan a un tipo en Flores, un tiroteo. Al lado del titular, el recuadrito de rigor: “Un pibe humilde, divertido y muy buen amigo”…sin menospreciar las bellas cualidades del finado y lo trágico de la noticia, es llamativa la necesidad de resaltar las virtudes. Y si esto nos huele más a yeite periodístico que otra cosa, vayamos al funeral de Don José, que murió ayer de un paro cardíaco a los 78, pero que además era amarrete, mezquino y le gustaba manosear a una de sus sobrinas. Es muy probable que la lápida no diga “Aquí yace un viejo de mierda”, sino algo bastante más piadoso. Y si entramos en el terreno del arte, está el ejemplo quizá más cruel, que es cuando el post mortem otorga gloria, fama y reconocimiento a quien tuvo una existencia miserable. Van Gogh es un ejemplo, en vida no vendió un solo cuadro, hoy sus obras valen millones. O Mozart. O Tanguito. O Mateo. La lista es interminable, pero lo que más curiosidad me da es entender el porqué de esta actitud tan beata con los que ya no están. Podríamos decir que así son las despedidas, o que el miedo a la muerte nos genera un respeto inconciente hacia los que enfrentan eso que tanto tememos, pero yo creo simplemente que la muerte martiriza.
Partamos de la definición. Un mártir es una persona que muere en defensa de una causa, una lucha. Sabemos este tipo de gestos son los se ganan la admiración colectiva. Y también que sin muerte heroica no hay mártir, es como un IVA que le agregamos a su obra. Yo creo que algo de este impuesto divino se habrá colado en el resto de los simples mortales, por más que un infarto no cotice lo mismo que una crucifixión, y que la lucha de la mayoría de las personas no sea otra que estar vivas. Claro, podríamos hablar de mártires clase B, pero esa es otra historia. La parca, en cualquiera de sus formas, martiriza hasta al más cobarde.

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