martes, 22 de diciembre de 2009

"Crónicas tercermundistas"




La historia es así: la semana pasada nos mandó un mail un tal Jean Marc Bisogne, se presentó como un periodista francés que está viviendo una temporada en Buenos Aires, y nos contó que escribe semanalmente en su blog titulado “Crónicas tercermundistas”.
Nos dijo que de casualidad había estado en nuestro ultimo show, y que ya estaba publicada la crónica en su blog. Nos pasó la dire pero no pudimos entrar. Entonces le pedimos la nota, que cordialmente la tradujo con no poco esfuerzo.


El under vive en un sótano?

Por Jean Marc Bisogne

Es fascinante en esta ciudad caminar con la humedad bien pegada a la cara, porque terminas en tantos bares poniendo a prueba tu resistencia hepática y tu castellano. Esa noche de esquivar taxis creo que fui argentino, entendí que aquí nadie sabe ni puede adivinar cuándo va a explotar todo pero todos esperan que todo explote. Y tuve esa revelación cuando escuché el primer tema de Imperio Maltés, Hijo del Zar. Un ritmo marcial y guitarras machacantes que sonaron al grito de una multitud antes de que el juglar desparrame los últimos rumores y pensé, cuánto tardarán en volar nuevamente las molotov.


Una hora antes estaba yo sentado en un rincón del Bar Imaginario intentando conseguir empanadas con vino (en Bs As es más fácil conseguir una pizza que en Napoli) en una esquina de uno de los 100 barrios porteños pensando que las las esquinas son vórtices naturales de lo imprevisto cuando del sótano sube un ruido desprolijo. La banda invitada y sus sonidos del norte. Bajo a la profundidad con mi copa de vino como amuleto, ¿vino dije?, y me hundo en la superficie. La gente se divierte pero yo no entiendo nada, sigo pensando en que debería haber pedido un Fernet pero no consigo que me guste. Cuestión que la banda soporte hacía buena música y dejan a la gente bien predispuesta para el show de Imperio que como dije salieron a volar cabezas con Hijo del Zar.


El sonido es todo lo bueno que un sótano de una esquina de Buenos Aires nos puede dar pero no está tan mal. Maltés transpira, es snob y callejero por partes iguales y su música es sofisticada pero quiere ser sucia, o al revés. Las palabras que logré entender (no sé si por el sonido o por mi idioma) me dicen que Imperio revuelve las bolsas de las miserias del hombre, al menos del hombre que las canta.

Distraído pensando en que esta no debe ser la mejor noche del iluminador y que mi árbol de navidad lo haría mejor, me sorprenden los acordes complejos y disonantes de la intro de Caparazón (robe una hoja con el set list) y me suenan angustiantes, será que llevo demasiado tiempo en esta ciudad, pero van con el nombre de la canción. Hábilmente le sigue un tema para saltar, Una idea absurda, una interesante base rítmica que no puedo decir bien a qué me recuerda. La gente baila con sus cabezas al ritmo de los solos entramados y el show explota para no bajar más. Este sonido le queda muy buen a esta banda pero aún se guardan algunas sorpresas.

A qué suena Imperio ¿Una intro de charango? Qué pintoresco. Bueno el único momento del show en que me siento un turista. Está bien Imperio no se parece a nada que yo haya escuchado, debe sonar muy argentino pero no podría asegurarlo.

Un cantante distante, maestro de ceremonias y su propio público a la vez. Tienen un bajista de intensidad guitarrera, una segunda voz que podría ser primera, a qué juegas Maltés.

Justo cuando empiezo a poner en duda todo, Azar viaja entre la humedad del ambiente y se nos mete (esta ciudad me está afectando), me crecen cigarrillos en las manos y todo es humo, magnifique! El costado perdedor y romántico de Imperio con una muy buena utilización de elementos electrónicos. El azar nos tiene atados parece decir el cantante y para mi ya está, lo qué importa no es el vino sino lo que hagas con él. Me lo tomé como si fuera un Cabernet Sauvignon de Burdeos. Trato de citar una tango pero no sé ninguno.

Reconozco que para 4 de abril y su hermoso leit motiv de cajita musical me siento entregado y digo que es el tema donde quizás se ve más cómoda a toda la banda. Igual el pienso en mi árbol de navidad, debería haberlo traído. Pero trato de concentrarme en lo que proponen desde el escenario ando sube un invitado a tocar sobre un cajón. La banda se desenchufa y el público pide silencio. Yo lo único que escucho es una niña discutiendo con su novio por teléfono pero la intención es buena. Los de la primera fila parecen disfrutarlo.


Pasan algunos temas más. La globalización es una mierda pero el rock se las arregla, los argentinos están acostumbrados a escuchar rock en castellano pero a mi me suena raro y se me va la atención.

Para el cierre vuelve el lenguaje universal de la música, se guardaban Mesías del oeste, un spaghetti western desprolijo que hace pensar en un cowboy con alpargatas (jamás podría pronunciar esta palabra). La noche empieza y termina con personajes de la mitologia universal tan lejanos aquí tan al sur. Será pedantería de libro o es que el argentino más que local sigue siendo inmigrante
El bis es un verdadero descontrol Cloro es una guerra ácida. Vuelvo a extrañar el Fernet, creo que es un buen momento para darle otra oportunidad.

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